Era el día de mi cumpleaños, y como cada año fui a visitar a mi abuela Lola. Aquel día la casa tenía un aroma especial, el ambiente era diferente, la abuela había encendido unas velas, tenía un bizcocho en el horno y la tetera silbaba anunciando que el agua ya estaba lista para nuestro té preferido. Ella estaba sencillamente elegante, con una falda muy bien planchada que le sentaba como un guante, y una toquilla de ganchillo en tonos fresa, que ella misma había tejido.

Me pidió que me sentase en la mesa camilla, y acomodándome en la silla mientras me cubría con las faldas de la mesa, que aportaban ese calor a mis piernas, esperé impaciente, mientras ella terminaba de colocar en la bandeja las tazas, la tetera y el azúcar. Se acercó a la mesa con parsimonia, y se dispuso a colocar cada pieza en su lugar, con aire ceremonioso. En ese momento, comenzó con el relato.

-Hija, ha llegado el momento de que te desvele nuestro secreto familiar, creo que ahora ya estás preparada para escuchar nuestra maravillosa historia, esta historia me la contó mi abuela, y me encomendó que se la contase a mis nietos en el momento en que estuviesen preparados, sólo había una condición, había de ser el día de su cumpleaños. Así pues, te dejo a ti encargada de que se las transmitas a tus nietos cuando estén preparados. No te precipites hija, sabrás cuándo ese momento ha llegado, recibirás una señal que te hará saber que ya puedes compartir con ellos nuestro secreto.

Permanecí atenta, algo más impaciente, ilusionada y con mis ojos y orejas muy abiertos, no tenía ni idea de qué se trataba, pero tenía la sensación de que esta iba a ser una tarde inolvidable.

-Cuando tu madre estaba embarazada de ti, ocurrió algo, una noche de primavera, el cielo estaba especialmente estrellado, y había una gran luna llena. Esa noche, había un encuentro estelar. En ese encuentro se reunieron una gran parte de estrellas, presididas por nuestro sol para decidir algo trascendental para ti. Estaban decidiendo cuál sería tu cometido en el mundo. El cometido estaba escrito en un sobre, la estrella más pequeña, que hacía las veces de secretaria, abrió delicadamente el sobre, cuidando de no romper el contenido, y leyó en voz alta tu cometido. Una vez todas supieron cuál era tu misión en la vida, comenzaron a hacerte regalos, cada una de ellas te ofreció un atributo, una cualidad que te serviría para llevar a cabo ese propósito.

Esa reunión era confidencial, no conozco ni el propósito que te encomendaron ni los atributos que te otorgaron, lo que sí sé, y eso es lo que hoy te desvelaré es cómo lo hicieron. Cuando todas hubieron entregado sus regalos, la estrella que hacía de secretaria los recogió, los fue amontonando y se fusionó con ellos. Mientras el resto de las estrellas, ayudaron a la chiquitina a hacerse aún más y más pequeña, tan pequeña que apenas tenía el tamaño de la cabeza de un alfiler. En ese momento, todas ellas unieron sus fuerzas para enviar esa luz chiquitina de vuelta a la tierra, estaban en silencio, tremendamente concentradas porque necesitaban un tiro certero. Una vez todas estuvieron preparadas, generaron un gran remolino batiendo sus puntas y ayudaron a la chiquitina a llegar a la tierra, directa al centro de tu corazón. Desde ese día, anterior a tu nacimiento, la chiquitina vive en tu corazón, aportándote infinidad de talentos, cualidades, aptitudes y esconde el secreto de tu propósito vital. Es ahora cuando estás preparada para escuchar a la chiquitina, dejarla que se vaya haciendo más y más grande hasta que sea una gran luz que sale de tu interior.

Me encontraba estupefacta, notaba una mezcla de nerviosismo e ilusión en lo más profundo de mi ser y comencé a balbucear, ya que las palabras no salían ordenadas de mi boca. –Pero, ¿cómo? Abuela, dime cómo se hace para que esa lucecita brille, cómo voy a saber yo cuál es mi propósito, mis talentos… ¡Ay, abuela, esto es un lío, dímelo tú, tú me conoces, seguro que sabes más de lo que dices!

Mi abuela hizo una mueca, que parecía una sonrisa, y sin perder esa calma, con su característica dulzura, me dijo: -Cariño, esta misma historia, fue la que me contó mi abuela el día de mi cumpleaños, y gracias a las respuestas que fui encontrantdo con sus preguntas, encontré mi camino vital, mi propósito, en mi caso, las estrellas se reunieron una estrellada noche de otoño, y también me enviaron a la chiquitina a lo más profundo de mi corazón. Sé que ahora estás preparada para recibir esa información, pero también sé, que eres tú la única que tiene todas las respuestas. Yo tan sólo puedo apuntarte algunas preguntas, que quizá te ayuden a conocer cuál es tu propósito y con qué talentos te agraciaron las estrellas para conseguirlo, pero la única que puedes responder eres tu.

Y así fue, como mi abuela comenzó a realizar algunas preguntas, que ya le había hecho a ella su abuela en el día de su cumpleaños, comencé a responder desde un lugar que nunca jamás había transitado y noté como esa lucecita comenzaba a brillar con más y más fuerza, hasta sentir un halo de luz alrededor de mí.

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